¿Qué es el niño interior?

El concepto de niño interior puede significar muchas cosas y muy diferentes para distintas personas. Puede ser una metáfora que define nuestro auténtico ser, un símbolo de todo el potencial que tenemos dentro y una manera de objetivar o describir el dolor de no haber recibido todo el amor, cuidado y protección que hubiéramos necesitado.

El niño interior se muestra como el Ser Superior, que es la esencia del poder, la fuerza vital, creadora y amorosa. Cuando somos auténticos, genuinos y compasivos al máximo, cuando estamos llenos de amor, de empatía y de perdón, nos encontramos en un estado extraordinario que permite que aprovechemos nuestra sabiduría, aquella que procede directamente del Ser Superior.

En la medida en que los otros no son capaces de devolvernos el amor, nuestra capacidad de amarnos a nosotros mismos y de darlo y recibirlo en las relaciones se ve mermada y nos deja una sensación de carencia de lo que no tuvimos. No obstante, esa carencia también nos proporciona la motivación para volver a encontrar ese amor y nos lleva en una búsqueda, primero externa y luego interna, que nos invita a desarrollarnos a nosotros mismos y ser lo que deseemos ser.

El arquetipo del niño también representa de forma simbólica todo el potencial de lo que puede ser el hombre en su mejor expresión, es el símbolo de nuestras esperanzas, nuestras posibilidades creativas y el impulso de autorrealizarnos. También representa de forma simbólica todo el potencial de lo que puede ser el hombre en su mejor expresión, es el símbolo de nuestras esperanzas, nuestras posibilidades creativas y el impulso de autorrealizarnos.

El conectar con nuestro niño interior también es un proceso, un camino, de lo que es el trabajo de desarrollo personal que todos tenemos que hacer para conectar aquellas partes de nuestra personalidad individual previamente separadas o disociadas. Para alcanzar nuestro potencial hemos de reconectar con nuestro AMOR natural de nacimiento del que nos desconectamos por no recibir todo el AMOR que necesitamos desde fuera para mantener nuestro propio AMOR vivo, y esto nos causa una herida, un dolor que crea otra parte del niño interior que es el niño interior herido.

El niño interior herido es nuestra parte vulnerable, solitaria, dolorida, desatendida, traumatizada, que se escondió detrás de una coraza que se construyó para defenderse o protegerse de recibir más dolor del exterior. Esa parte herida, asustada, insegura, va a estar ahí, la mayor parte de las veces inconsciente o semiconsciente, esperando ser rescatada, reparada, restituida, reconectada. Se mantiene en el presente como un niño interior que se ha quedado bloqueado en el momento del dolor que no pudo asimilar y por ello no creció.

Mientras otra parte nuestra, que ha ido creciendo independientemente de nuestra parte herida, se ha convertido en nuestra parte adulta, que es la que se relaciona con el mundo exterior. Esta parte adulta se relaciona con los demás a través de esa coraza, máscara o estrategia protectora o defensiva que llamamos personalidad y que nos ponemos para que nos acepten, aprueben, acojan y no nos abandonen, dejándonos desatendidos, solos y olvidados.

Texto extraído del libro: Cardaso, V. (2013). Abraza a tu niño interior. Nunca es tarde para sanar tu infancia. España.

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