“El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”
Boris Cyrulnik
La palabra dolor se asocia con un proceso inflamatorio, ese proceso a veces está presente y otras no. Dependerá del tiempo de exposición al estímulo que genera dolor y a la intensidad del mismo.
Por lo tanto, me gustaría focalizarme en el dolor y porque sentimos dolor, ¿porque nuestro cuerpo necesita del dolor?
Porque sentirlo nos es útil, para poder protegerse, evitarlo y reconocerlo acciona una de las tantas capacidades para la supervivencia. A este dolor le llamamos dolor agudo, autolimitado en el tiempo. El dolor crónico, sin embargo, no posee una función protectora, y más que un síntoma de una enfermedad es, en sí mismo, una enfermedad. No es un proceso autolimitado, pudiendo persistir por tiempo prolongado después de la lesión inicial, incluso en ausencia de lesión periférica. En general, aunque no siempre es así, suele ser refractario a múltiples tratamientos y está asociado a numerosos síntomas psicológicos, algunos de los cuales son: ansiedad crónica, miedo, depresión, insomnio y alteraciones en las relaciones sociales. Hay otros dolores y formas de clasificarlos, pero serán tema de otro escrito.
En este, quisiera diferenciar lo que es dolor de lo que llamamos inflamación, ambos procesos, pueden coexistir, pero no toda sensación dolorosa conlleva un proceso inflamatorio, me gustaría recordarles que el proceso de sentir un dolor desde leve a elevado tiene un propósito para el ser vivo y es el de protegernos de algo que nos puede hacer daño. Por lo tanto, ya surge un concepto claro, el dolor muy agudo, pinchazo con un alfiler a modo de ejemplo, será agudo y reflejo para retirar la parte de mi cuerpo que sintió la molestia, no generando proceso de inflamación, solo un leve picor y enrojecimiento momentáneo.
Ahora bien, la respuesta a un estímulo o “noxa” (término derivado del latín que refiere a detrimento o daño) externo o interno que genere una molestia al organismo es entregada a nuestro cerebro desde las miles de fibras nerviosas, los llamados receptores nociceptivos, que serán somáticos y viscerales, ellos nos conectan con el exterior y con nuestros órganos internos, llegan a ser los que traducen los impulsos, y a este punto me refiero a la traducción a una señal eléctrica, por parte de los terminales nerviosas que convierten la energía mecánica(golpe), la energía térmica (calor o frío), o química (sustancias irritantes) en esas señales eléctricas que viajarán por las fibras nerviosas hacia la médula espinal, y se unirán allí en un conjunto de fibras, ubicadas en las astas posteriores de la misma, este conjunto de neuronas sensitivas o nociceptivas ascienden hacia el cerebro por lo que denominamos haz espino-talámico y allí esa información eléctrica será recepcionada como un enorme informe que nuestro cerebro decidirá luego de interactuar entre sí y participar varias de las estructuras cerebrales que lo conforman, desde los ganglios nobles hasta la corteza, cuáles serán los impulsos que desde allí se generarán y finalmente determinarán la respuesta ante cada uno de los eventos que se haya registrado y el cuerpo lo manifestará en la realización de una acción determinada.
Sentir una molestia nos permite retirarnos y si no es posible porque es interna de cualquier manera nos hará y generará una conducta que nos avisa que algo no está como debiera estar.
El dolor será sentido y expresado de acuerdo a la manera inherente y única de cada uno de nosotros. A este punto agregamos lo que los médicos llamamos umbrales,¿ y eso?, ¿qué significa? umbral alto es tal cual lo que expresa, una persona que siente poco el dolor y que puede “tolerar” de mejor manera algo que para otro es considerado no posible, aquí quiero nuevamente expresar una opinión personal sobre la palabra “tolerar”, considero que “tolerar” se asemeja a resignar, esta es mi manera de verlo, por lo que me gustaría decir que alguien que tiene un umbral alto de dolor refleja una manera “diferente” el sentir a igual estímulo o noxa que un otro, y desde aquí llegamos al término de bajo umbral, esta sería la persona que refleja de manera maximizada el sentir de lo que enfrenta de ese estímulo o noxa , no significa que magnifica el dolor, significa que lo resiste menos o lo que es decir: es mayor su sensibilidad a igual estímulo o noxa que el que tiene umbral alto.
Luego de esta explicación queda claro y repito, existe entre nosotros una diferencia al sentir dolor o la manera de expresarnos por el mismo, que es individual, esto nos alerta con seguridad de que no todos lo “toleramos” de la misma manera y no todos en algunas circunstancias queremos dejarlo atrás, o no podemos hacerlo.
Si el dolor es una entidad que el ser humano y la biología genera para evitar ser dañados con la única finalidad de saber que debo alejarme de él para sobrevivir, ¿porque este proceso tan maravillosamente diseñado por el organismo a veces se perpetúa más allá? ¿Cuáles serían entonces los beneficios?:
Si biológicamente es útil porque representa una respuesta valiosa para la “huida” , y /o “lucha”, ¿que es lo que genera en algunos de los casos la continuidad? la liberación de una cantidad de sustancias químicas que median tanto los procesos inflamatorios como los procesos de inhibición de la respuesta ante él o los estímulos o noxas.
Ahora bien : ¿Por qué se sostiene el dolor si el estímulo que lo generó ha desaparecido o se ha retirado?
Porque psicológicamente también existen razones que podrían perpetuarse,
una de ellas es la ansiedad aumentada por la percepción y la expectativa que provocan algunos dolores en aparición y resolución manteniendo el círculo de stress con sustancias hormonales, tisulares y sanguíneas que al combinarse producen una reacción en la zona a la que denominamos “inflamación”, a buena cuenta el proceso de inflamación que se genera en los tejidos será perpetuado siempre que el estímulo sea mayor y mayor el tiempo de exposición. Es en este momento cuando ambos conceptos se hacen un complejo, “dolor-inflamación”. Donde la cronicidad juega un papel importante en la atención de la persona y es su manera de coexistir con el proceso. La cronicidad no es otra cosa que perpetuar una sensación dolorosa una vez que el estímulo se ha retirado.
Razones psicológicas como la sociales, culturales y de personalidad serían factores determinantes a la hora expresar el dolor. Otro punto a tener en cuenta y no es menor, son los factores económicos y domésticos, y finalmente, el que se sostiene porque me permite el encuentro con un “beneficio secundario”, ese dolor me recuerda o les recuerda al otro mi presencia, u otro concepto, eso se verá en consulta y con ello lograr reconocerme y que me reconozcan en el proceso.
Desde aquí entender qué dolor puede existir sin un proceso inflamatorio per se, dependerá del tipo y el tiempo de lo que me produjo ese dolor. Qué inflamación lleva otros componentes al proceso y la durabilidad y estímulo es diferente, también es importante.
En resumen, resulta evidente que la activación de los nociceptores, sobre todo en presencia de inflamación, es el resultado de complejas interacciones con la participación de una gran variedad de mediadores químicos en el escenario.
Finalmente, como acompañar a las personas donde el dolor es transformado en “DOLOR”, el cual se perpetúa una vez que todo acabó y se sostiene en el tiempo.
¿De qué manera es necesario abordarlo? Bueno la respuesta es la integración, es aquí donde todas las disciplinas que acompañan a un otro en obtener una sanación o brindar un tratamiento, cualquiera sea, siempre que sea válido, se deberán integrar, para brindar acompañamiento seguro, comprender más allá de los tratamientos que uno de nuestros aliados más poderoso, es nuestra propia mente. Encontrar las razones biológicas, físicas y psicológicas del dolor que se cronifica es una tarea multidisciplinaria, a lo que ustedes me dirán y “¿a quién le interesa perpetuar un estado doloroso?”, mi respuesta es: a nadie lógicamente, pero quien lo sostiene, ¿realmente lo necesita?, y es allí que desde una mirada integral se trabajará, con la psique, el cuerpo y su maravillosa capacidad para poder abordar esas sensaciones vividas de una manera específica e irrepetible por cada uno de nosotros, y ¿para que? para poder ser reconocida e intentar bucear dentro nuestro permitiendo resignificar el evento, observar nuestras conductas y acompañar el proceso médico y terapéutico para con ello permitirnos encontrar lo que realmente necesitamos y que el dolor no sea un estímulo permanente en mi manera de vivir.
Sandra Salgado
Médica especialista en anestesiología y profesional del IHN